miércoles, 27 de agosto de 2008

Comienza el mundial de videojuegos

Durante tres días, varios países disputarán la medalla de oro compitiendo al Counter Strike , Quake III y el Warcraft 3, entre otros.

Si usted pensó que el calendario deportivo internacional se había terminado con las ceremonias de clausura de las Olimpiadas, se equivoca. Este lunes inicia otro torneo global: el Mundial de videojuegos.

Se trata de la Copa del Mundo de Deportes Electrónicos (ESWC, por sus siglas en inglés), un campeonato en el que compiten varios países del mundo retándose en cinco distintos videojuegos hasta encontrar al campeón de cada categoria.

Su edición 2008 -que termina este miércoles- se lleva a cabo en San José, California y es la primera vez que este torneo abandona París, su sede fundadora.

Los juegos que fueron elegidos por los organizadores para competir son Counter Strike, Quake III Arena, Warcraft 3, Defense of The Ancients y Trackmania Nations.

Cada uno de ellos es distinto: algunos son juegos de estrategia en mundos fantásticos, otros ponen al jugador en lugar de francotirador y otros, más clásicos, presentan carreras de automóviles.

Un largo camino .

Pero ¿de qué se trata? ¿es una broma? No, los participantes se lo toman bastante en serio. Esta competencia se desarrolla en un enorme salón en donde los jugadores compiten a través de computadoras conectadas en red.

La acción se proyecta en pantallas gigantes que son seguidas con nerviosismo por los miles de espectadores que se congregan en el recinto.

Para llegar hasta estas alturas, los participantes -como en el Mundial de Fútbol- sostienen eliminatorias en sus respectivos países antes de lograr el honor de representar a su nación en estos juegos.

Una vez calificados son acomodados en grupos y de ahí pasan a cuartos de final, semifinales, y la final, en donde se decide al campeón de cada juego.

Game Over para América Latina . Las similitudes con un Mundial de fútbol o las Olimpiadas no paran ahí.

Las mismas desproporciones que uno encuentra en el nivel de competencia de cualquiera de los torneos antes mencionados, también se hallan aquí.

Y América Latina no es la excepción.

Chile, por ejemplo, se quedó con las ganas de acudir a la competencia por falta de patrocinio, pese a que habían conseguido calificar.

"En Chile hubo algunos problemas con los auspicios, porque las empresas aún no conocen bien el tema, entonces es muy difícil que pongan el dinero para que los jugadores puedan viajar. Y entonces los jugadores trataron de costear el viaje con sus propios medios", dice Nicolás Cornejo de StylusGame, una agrupación de jugadores de ese país.

Y añade: "La gente acá en Chile lo hace por diversión. Aún no hay la expectativa de tener un sueldo o llegar a ganar el premio porque saben que el nivel de los otros jugadores es demasiado alto y es casi imposible".

"Los latinoamericanos la mayoría van por una experiencia nueva. Creo que todos quieren empezar a estar al nivel de los otros jugadores del mundo", finaliza Cornejo.

Juego y negocio . Su apreciación la corrobora la opinión de Michael O´Dell, del Team Dignitas del Reino Unido, quienes estarán presentes en la competencia.

"No hay duda de que son muy pocos los que pueden llegar a la cima. Los juegos a este nivel son como las olimpiadas. Se pone mucho esfuerzo, se hacen muchos sacrificios. En lo que a mí respecta se trata de un deporte de verdad y es por ello que está reconocido cada vez por más países en el mundo", afirma O´Dell.

Y continúa: "Acabamos de regresar de los Ángeles y ganamos un torneo de medio millón de dólares. Hay mucho dinero en esto. Acudimos a torneos cada fin de semana en varios lados. Entre junio y octubre hay muchísimas competencias. Es una locura."

¿Y qué le dicen los jugadores a quienes creen que todo esto es sólo una pérdida de tiempo?

"Estoy seguro que mi mamá dijo eso cuando yo tenía 12 años. Pero ahora es mi trabajo. Trabajé en una oficina dieciocho años, pero lo dejé hace tres años y ahora gano más dinero", enfatiza el director del Team Dignitas.

Sus palabras, sin embargo, no dejan de acentuar esa diferencia competitiva -y más que nada económica- que existe entre los equipos de los países desarrollados y los latinoamericanos.

Al menos, por ahora.